Colorido paisaje, de ancha manga,
que cantas a tus Dioses
pidiendo lluvia que traiga mandanga
mientras saquean tu pueblo, y mal
toses.
Llegó el hombre rico con maquinaria
talando árboles, haciéndote un paria,
cuando tenías el horizonte claro
con ilusiones, hechas con tus manos.
Los niños jugando.
Sobre el tronco lloroso, y mirando
a los pueblos ricos, que los
llamaban.
Rojo sobre negro, opaco y solos
el alambre quebraban
y sino corrían hasta la frontera
con la fiera del hambre a la espalda.
No importa que yo muera.
si mi pueblo mira el verde esmeralda
y mi hijo, una nueva tierra viera.
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