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© A. Villoria Roza


lunes, 19 de agosto de 2019

QUE NO TE BORRE EL FUEGO


 
Dame la mano, niño, que no te borre el fuego.
No mires al viejo árbol dónde te sentabas
llorando hasta que tu abuelo te contaba un cuento
y sonreías al mirlo, al cabrito y al conejo
Dame la mano, niño, que no te borre el fuego.
Va por los riscos dónde diste tu primer beso
y enamorado cómo estabas, en aquel pino,
dos corazones se unieron. Rojo sobre negro.
Dame la mano, niño, que no te borre el fuego.
Que la lava del volcán guarda nuestro latir
cuando el fuego se pone fiero, y avanza y avanza
dejando su rastro de grises, rojos y negros.
Dame la mano, niño, que no te borre el fuego.
Levanta la casa dónde tus hijos nacieron
sobre la negra tierra que te dará el alimento
y el joven pino te recordará aquel beso.
Dame la mano, niño, que no te borre el fuego.
Que tu tierra es un volcán de fuertes sentimientos
de navegar en tormenta y renacer con el viento.
Suelta la mano, niño, que ya se apagó el fuego.
Ó      A Villoria Roza

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