Envíame
al colibrí que me traiga tu sonrisa
que
a la sombra del roble y el sauce me encuentro
adivinando
de qué color se viste el cielo,
en
las que sus alas dancen al compás del
viento
entonando
tú nombre para mis oídos hambrientos
de
noticias sobre tus alegrías y desvelos.
Dile
que detenga al tiempo si el augurio es bueno
que
mi corazón acelerado está padeciendo
las
inclemencias de este acalorado deseo.
Y
un canario que me oía, en mi oreja se posaba:
-
No
espere al colibrí que por estas tierras no anda.
Busque un nuevo amor que le lleve la
paz a su alma
que le traiga la sonrisa y el brillo
en la mirada
que al colibrí con acicalarse le basta
y si tiene necesidades, su vuelo
alcanza.
Gracias
por el consejo aunque no me sirva de nada
que
el buen veneno del amor ya está en mis entrañas.
Y
esperando sigo a que aparezca en mi ventana
con
su zumbido alegre y notas enamoradas
que
despierte a mi alegría que está adormilada
uniendo
a este amor en la noches y la mañanas
construiremos
nuestro paraíso, nuestra morada
y
pondremos en la puerta, solo el amor pasa.
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