Siento
el distante silbido del viento
que
se desentiende de las emociones,
de
mis anhelos, de mis noches sin luna,
de
mis días sin verso. No, no siente
el
latir de la hoja cuando el ave canta,
el
temblor de la ola al roce de la brisa
ni
a mi piel erizada, cuando me nombre.
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